Era más que un simple robot. Su
visión del mundo era un poco más profunda que la de sus compañeros y esto se
reflejaba en las actividades que realizaba cada día.
Cada mañana, a las 7:13 horas en
punto, se desconectaba de la fuente de energía y leía una frase de un libro al
azar que tomaba de su estantería; para luego ir a pasear pensando en aquella
frase. Al hacer esto, cada día conocía nuevos lugares y nuevas maravillas. Mas
aquel día en que se encontró con la frase “Si alguien ama a una flor de la que
solo existe un ejemplar en millones y millones de estrellas, le basta con
mirarla para sentirse dichoso”, del libro “El principito” de Antoine de
Saint-Exupéry, no lograba absorber completamente el sentido de la oración ya
que, en aquella era, el año 7084, las flores se creían extintas, al nivel de
nunca haber visto una en su modo natural.
Con esa sensación de incomprensión
el robot N°2437 salió a recorrer la urbe que habitaba. Esta vez no lograba
mantener una imagen exacta en su sistema operativo, por lo que caminó sin rumbo
fijo, solo observando lo que ocurría a su alrededor: autos volando por la
autopista central, humanos discutiendo a través de proyecciones, vendedores
virtuales en cada esquina y un sinfín de personas trasladándose en sus
dispositivos de moda.
Al doblar en la esquina de la
empresa “Mascotas a imagen y semejanza” vio algo que nunca había visto: una
calle corta que doblaba hacia la izquierda sin un nombre en el cartel que
estaba en sus paredes, algo extraño en ese tiempo, ya que con tanta
inteligencia artificial todo lugar tenía denominación. El curioso robot se
acercó raudamente al callejón; debía ser él quién pusiera nombre a ese lugar, y
para eso primero debía examinarlo a fondo.
Las paredes estaban llenas de
recortes de periódico, los que ya no existían en formato de papel, desgastados
y sin color. Eso ya era algo sorprendente de encontrar. Cajas, bolsas, todo un
basural se encontraba allí. El aspecto no le ayudaba con un nombre. Sin
embargo, el robot no se rindió y siguió caminando hasta el fondo del callejón.
Casi ya sin esperanzas, mientras se oscurecía cada vez más, activó la luz de
sus ojos y un color rojo se impregnó en sus receptores de luz.
El color inundó todo su sistema,
casi podía sentir la suavidad de aquella cosa tan preciosa. Se acercó
lentamente, con sigilo, para no alterar la fragilidad de lo que veía.
Una flor, era una flor, en su
estado más puro y natural. Y n°2437 al verla, cayó rendido a sus pies. Su
sistema operativo nunca había trabajado tan rápido debido a todas las emociones
que intentaba generar su procesador. Con sus dedos metálicos tocó los pétalos
de la flor y deseó con todo lo que tenía, lograr sentir su textura; mas la
inteligencia del hombre aún no lograba lo que este robot tan sensible deseaba,
sino que logró destruir gran parte de la vida que quedaba en el planeta.
Y allí frente a él, se
encontraba la última flor con vida. La única flor que había podido ver en su
existencia y él era el único que había tenido la dicha de encontrarla, en aquel
oscuro callejón olvidado.
Su flor. Era su flor, a la que
amaba con cada circuito de su cuerpo creado.
Deseando nunca alejarse de ella,
que echaba raíces entre los ladrillos del callejón, se sentó a su lado y puso
por nombre a aquel lugar: “Ya no soy un robot”.
Ahí se quedó esa noche,
admirando a su flor, mientras escuchaba el tono de alarma del 1% de batería que
le quedaba a su cuerpo.
Bellaan (SC)- 09/10/2017
Hola Susan,
ResponderEliminarMe gusta mucho tu escritura del "Robot" N°2437. Muy interesante punto de vista, especialmente la conección con un cuento tan hermoso com "El Principito". Veo que te gusta la ciencia ficción. Yo acabo de publicar mi primer libro, y por gran casualidad se trata de eso, de la vida en el futuro, de robots, androides, y todo lo demás.
Para mi será la primera participación en Literautas con la del "Armario" y la "idea" en la gasolinera (¡que rara connección!). A ver si te gusta, se llama "Indigo". Yo iba a comenzar en Literautas con el robot pero no salió a tiempo.
Bueno, espero nos sigamos leyendo en Literautas. Me gustará mucho leer tu escritura para este mes.
Hasta luego.
Nelson C.
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