Íbamos juntos caminando luego de las clases de todos los
días.
Teníamos más que una amistad, eso era seguro, pero aún no
volvíamos a aquellos tiempos de amor enloquecido.
Mientras caminábamos conversando de nuestro día, de las
locuras de nuestros compañeros y de los profesores que nos agobiaban con tareas
y exámenes, sentí una gota caer a mi rostro.
Oh! Está lloviendo- fue lo que dijiste.
Nos encantaba la lluvia, la disfrutábamos mucho, pero
comenzaba a llover muy fuerte y las gotas nos empapaban.
Corríamos para encontrar refugio. Allí, en el puente del
tren.
Corrimos para cubrirnos. Corrimos para descansar del incesante
golpeteo en nuestras cabezas.
Cuando llegamos al puente debimos relajarnos para recuperar
el aliento.
El día era agradable. El viento mecía nuestro cabello y los
autos pasaban veloces a nuestro lado.
Decidimos esperar a que la lluvia se detuviera un poco,
pero ¿qué hacer por mientras?
Miramos los autos, comentamos cómo era aquella lluvia tan
fuerte.
Aquí es cuando mi mente queda en blanco. Aquí es cuando mis
recuerdos son llevados con la lluvia de aquel día.
Un abrazo. Hace frío. Me gustan tus manos heladas en mi
rostro. Un beso en la frente. O un beso en los labios.
Realidad y sueño se superponen.
Ahora los recuerdos se mueven veloces en mi mente. Cómo
volver el tiempo atrás, a aquel día de lluvia disfrutando tu compañía.
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