domingo, 1 de octubre de 2017

El último día fue ayer


El celular vibró en el velador de su habitación. Elisa tomó de forma apresurada el móvil, igual que cada vez que escuchaba ese pitido. Desbloqueó con su huella digital e ingresó a la aplicación de mensajería que la mantenía en vilo todo el día. 
Debía despedirse de él, lo sabía, pero su corazón y mente de cierta forma la detenían. Debía tomar una decisión y tratar de soportar las consecuencias que eso conllevaba, independiente de si fueran buenas o malas. Intentaba hacerse la valiente, luchar contra sus sentimientos para cumplir con lo que se proponía; lo mejor en ese momento.
La razón del aviso de su celular era él, inevitablemente, y el momento había llegado. 
Decir adiós no era fácil, aunque fuera por esa plataforma. Aún quedaban tantas cosas por hacer, tanto por hablar, tanto por reír, tanto por sentir; limitarse a hablar sólo por aquella página que frecuentaban era algo decepcionante.
Elisa tenía claro lo que sentía, pero qué sentía él, no lo sabía a ciencia exacta. La amistad era lo principal, lo primordial en la relación que llevaban, pero lo confuso era saber qué otros sentimientos estaban apareciendo. 
Un “te quiero” se resbaló por las redes inalámbricas, cruzando las naciones, 7084 kilómetros. Un te quiero correspondido ¿a qué nivel? No lo sabía. ¿En qué sentido? En muchos o en pocos. Sin embargo, esas palabras englobaban mucho y ella no podía evitar repetirlo por todas las veces en que quiso decirlas y el miedo la detenía.
El último día fue ayer, cuando con dolor terminaron esa etapa. No obstante, los sentimientos se conservan y ella espera cada día intercambiar un mensaje con él. Ser un “nosotros” por un segundo. 


26/09/2017

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